Incendios forestales y su afectación a las aguas

Se acerca el verano y con él las buenas temperaturas para disfrutar al aire libre, de la montaña o del mar. Sin embargo no todo son buenas noticias. Año tras año, durante la época estival asistimos a uno de los peores desastres medioambientales, los incendios forestales.

Según datos del Ministerio de agricultura, pesca, alimentación y medio ambiente, en 2016 se registraron 8.817 incendios forestales, que han afectado a cerca de 66.000 hectáreas de terreno, entre superficie rasa y arbolada, lo que equivaldría a toda la superficie del municipio de Madrid.

Los daños producidos por un incendio forestal son muchos y muy cuantiosos. Dejando al margen los daños personales y sobre bienes materiales; la afectación de un incendio se produce sobre la fauna, la vegetación, el suelo, la atmósfera y el agua. El ecosistema se ve completamente alterado con el consecuente deterioro de la biodiversidad de la zona, el aumento de la erosión, la contaminación del aire y de las aguas, etc.

Suelo y agua

El suelo y el agua sufren enormes consecuencias. Por un lado, la eliminación de la capa vegetal provoca en algunos casos un aumento de la desertificación y sobre todo del riesgo de inundaciones y de erosión, ya que al no haber capa vegetal ésta no actúa como filtro y el agua discurre por las laderas arrastrando material (cenizas, tierra…) que acaba en ríos y mares, produciéndose una pérdida de suelo fértil que va a dificultar la regeneración posterior, es lo que se conoce como escorrentía superficial. Por otro lado, la contaminación de las aguas que se produce por los arrastres que mencionamos, ya que ríos, mares y otras masas de agua van a recibir grandes cantidades de lodos, cenizas y restos vegetales que producirán daños también a los ecosistemas acuáticos.

Ciclo hidrológico

El agua es un elemento importante para los ecosistemas y su importancia es clave para la vida y para la regeneración posterior. Los incendios forestales al destruir precisamente la capa vegetal y el suelo provocan que éste se haga más impermeable y por lo tanto no se favorece el crecimiento de nuevas especies vegetales y se agudiza el problema de la desertificación. Si el suelo no es capaz de absorber el agua que recibe, entonces ésta se acumula en la superficie y es cuando discurre arrastrando materiales e incrementando la erosión. La consecuencia de esto son inundaciones en las zonas afectadas por incendios forestales, algo muy habitual cuando empieza la temporada de lluvias y el manto vegetal no se ha recuperado.

Por esta razón, es habitual, tras un incendio forestal ver las laderas cubiertas de paja, lo que se denomina mulching o acolchado. El mulch se utiliza para ayudar al suelo a recuperar su capacidad de absorber el agua de lluvia y evitar la escorrentía superficial. De la misma manera, se suelen crear barreras con elementos naturales para que no se formen torrentes de agua que socaven el terreno.

Calidad de las augas

La calidad de las aguas se ve también afectada a consecuencia de los incendios. La escorrentía superficial, implica arrastres de materia vegetal y de cenizas que llegarán a las masas de agua que se verán colmatadas por este material. Se produce una alteración del ciclo hidrológico de consecuencias negativas, tanto para la flora y la fauna acuáticas como para el ser humano, ya la contaminación impide su uso.

No sólo las masas de agua superficiales se ven afectadas por la turbidez causada por los arrastres, también los acuíferos pueden sufrir estos efectos, que además, por la falta de agua infiltrada del terreno verán mermada su capacidad de renovación.

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